(Agencias).- El pasado 15 de diciembre, una columna de 20 autobuses verdes pudo salir varias veces de los distritos del este de Alepo, llevando cada vez alrededor de mil doscientas personas a las zonas cercanas a la frontera con Turquía. Gracias a esta operación salieron de la ciudad más de ocho mil personas.
El acuerdo sobre la evacuación de los milicianos y civiles del este de Alepo, mediado por Rusia y Turquía, comportaba el fin del asedio de dos aldeas chiíes en la provincia de Idlib, rodeadas desde hace mucho por las milicias yihadistas.
Los autobuses que se dirigían el día 16 a Fuaa y Kafrya, para evacuar a los heridos y los casos graves, fueron atacados por misiles y tiros de francotiradores a la altura del puesto de control de Ramusa. Los disparos impidieron continuar a los vehículos, para realizar su misión, como estaba establecido en el citado pacto. Además, los milicianos tampoco permitieron la salida de civiles, enfermos y ancianos de las dos localidades chiíes.
En la noche del 15 al 16 de diciembre, se escucharon fuertes explosiones y se divisaron columnas de humo denso en el 1% del territorio del este de Alepo que aún no fue liberado por el Ejército regular sirio. Los yihadistas estaban quemando documentos comprometedores e hicieron explotar los depósitos de armas sofisticadas en su posesión, para evitar que cayeran en manos del gobierno.
Los terroristas islámicos también violaron otros dos puntos de la resolución: la prohibición de transportar en la fuga armas pesadas y sistemas de transmisión. A todo esto habría que añadir el intento fallido de llevar con ellos a los civiles que permanecían como rehenes y prisioneros.
Fuentes oficiales sirias informaron de que la evacuación se suspendía temporalmente, porque los grupos armados rebeldes habían roto el acuerdo. Al parecer, la operación se canceló después de que desde las áreas que todavía están en manos de los milicianos se disparasen proyectiles contra los corredores humanitarios abiertos para el paso de los convoyes.
Tras estos hechos de la pasada semana, unas 500 personas pudieron ser finalmente evacuadas de las dos aldeas sitiadas por los yihadistas en la provincia de Idlib. La operación se retomó esta madrugada para facilitar la salida a enfermos, heridos, civiles y combatientes rebeldes.
Hasta la fecha, muchos civiles pudieron huir de los distritos del este de Alepo y lograron llegar a la zona oeste de la ciudad, que permanece bajo el control del Ejército sirio, y donde los enfermos y heridos están empezando a alcanzar números insostenibles para las estructuras sanitarias locales, que debido al conflicto llevan años funcionando en condiciones de emergencia.
“Los primeros casos a los que nos hemos enfrentado en nuestro hospital son emblemáticos de la situación que se vivía en esos barrios: hay un hombre con un brazo fracturado desde hace siete meses por un trozo de metralla, que ya se habían sometido a una operación mal hecha por un médico egipcio. Luego hay un niño con síndrome down que lleva cuatro años sin recibir la atención adecuada para sus patologías; también hay otro chico con metralla en la cabeza, que afortunadamente no ha afectado a partes vitales. Su padre fue asesinado hace unos meses. Cada día, durante quién sabe cuánto tiempo aún, estamos llamados a hacer florecer la esperanza en este infierno”, señaló Emile Katti, cirujano y director del Hospital Al Raja de Alepo, sostenido por la Custodia de Tierra Santa.
Las historias de las personas provenientes de los barrios que hasta hace poco estaban en manos de los grupos rebeldes y de las milicias yihadistas resaltan detalles que a menudo son ignorados por los medios de comunicación: “Hace unos días, la hermana de uno de nuestros empleados y toda su familia fueron asesinados por francotiradores al intentar salir de Alepo este a través de los corredores humanitarios. Los enfermos y los heridos que vienen de esos barrios hablan de haber sufrido el hambre, y de haber recurrido a comer hierba, y que los víveres suficientes solo los tenían los milicianos y sus seguidores”, refirió el doctor Emile Katti en declaraciones a Fides.
Parece difícil verificar las cifras dadas por las agencias de noticias sobre el número de civiles que quedan en las áreas de Alepo que hasta hace poco estaban en manos de los grupos armados rebeldes. “Muchos repiten sin verificación posible, que en esa parte de la ciudad había más de 250 mil habitantes, pero la cifra real parece ser mucho menor. Y ahora es prácticamente imposible obtener datos concretos, ya que la gente escapa tan pronto como puede, en muchas direcciones. Y muchos son recibidos con gran espíritu de solidaridad por familiares y conocidos que no han podido ver en años”, aseguró el director del Hospital Al Raja de Alepo.
Las marcas del horror dejado por los terroristas islámicos son visibles en Alepo: lugares de culto profanados y tumbas saqueadas. “Hasta los muertos no han tenido paz”, dijo ante las cámaras de la televisión estatal un civil, que agradeció al gobierno sirio y a Rusia por haber liberado a la ciudad “del infierno en la tierra”.