Navidad en la guerra

Ciertamente esta Navidad en Alepo será del todo particular… No hay adornos en las calles, ni arbolitos en las casas; no se podrá hacer la gran reunión familiar, unos han perdido sus casas, otros no se atreven a salir por el peligro. Tampoco habrá una cena especial porque no hay gas para cocinar; ni música ni luces a falta de electricidad; no habrá regalos ni ropa nueva…

Pero todas estas cosas no dejan de ser meros signos exteriores, signos que muchas veces opacan el verdadero sentido de esta fiesta. ¿Cuántas veces hemos celebrado la Navidad preocupándonos solo de estas cosas y vaciándola de su verdadero contenido espiritual?

Por eso me atrevo a decir que son afortunados aquí los cristianos. Ellos tienen la ocasión de revivir este acontecimiento como lo vivió el mismo Niño Jesús. Él nació fuera de su casa, en un establo. ¡En un establo! Ni siquiera en la posada había lugar para Él. Nació pobre y pasó frío. Sufrió el rechazo, el abandono y la persecución. Esa noche no hubo manjares, ni regalos… Y sin embargo fue la fiesta más extraordinaria de toda la historia, fue el Nacimiento de la Salvación.

Pero ¿se puede gozar en medio de tanto sufrimiento? Sí, se puede. Y por eso se regocijaron y se llenaron de incomparable alegría quienes lo recibieron con los ojos de la fe.

Será una Navidad del todo particular… Pero seguramente será la Navidad mejor vivida por ellos en todos estos años. ¿Qué importa si no hay pan dulce ni adornos? Preparan un corazón bien dispuesto y se alegran con alegría espiritual por el “Dios con nosotros” que viene a salvarnos. ¿Qué importa lo demás? ¡Tienen lo único importante!

Aprovechamos agradecer especialmente a todos los que han rezado por nosotros y a cada uno de los que nos enviado su donativo para que podamos seguir ayudando a los damnificados de la guerra. ¡A todos les deseamos una muy feliz Navidad!

Hna. María de Guadalupe Rodrigo

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